Artesana Molinense está dentro de los primeros 19
agricultores que recibieron este sello en el Maule.
Dentro de los 169 primeros productos
acreditados con el sello Manos Campesinas de INDAP hay uno que destaca, en el
rubro Artesanía, por ser el primer juguete rural: Se trata de la “Pepona del
Maule”, una graciosa muñeca confeccionada en telar y con lana de oveja por
Laura Ramos, diseñadora y artesana de Itahue, localidad de 1.500 habitantes de
la comuna de Molina.
Nacida en Curicó y criada en Río
Claro, Laura estudió Diseño en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) y
una vez egresada trabajó en el área de display (arreglo de vitrinas y
exposiciones) de Falabella en Santiago y Talca. Sin embargo, su terruño le
tiraba y luego de un tiempo dejó su empleo y regresó a la zona donde fue criada
por sus padres agricultores.
“Hasta entonces nunca había
tenido una relación directa con la artesanía, salvo porque me gustaba tejer a palillos,
pero me llamaban mucho la atención los telares y me comencé a capacitar en
forma autodidacta, escarbando en los libros que encontraba en la biblioteca y
experimentando para aprender las diferentes técnicas”, comenta. Lo primero que
hizo fueron tapices.
En 2014 postuló a un Fondart,
para hacer postales y tarjetas de Navidad con fotos de monos de lana inspirados
en los menores campesinos de su zona, que según ella “son como chasconcitos y
vestidos a la antigua, con la ropa de lana que les tejen sus mamás”.
Ahí fue,
al ver lo bien que le habían quedado, que se decidió a trabajar en forma
constante en la confección de las muñecas, que tienen trazos muy simples, como
los dibujos de los niños: “Constan de un cuerpo, una pelotita que es la cabeza,
dos puntos para los ojos y una sonrisa, sin nariz”.
Hoy confecciona entre cuatro y
ocho muñecas semanales -cuando está muy atareada la ayudan su hermana y su
mamá- con lana que le regalan sus vecinos, pequeños ganaderos. Ella la lava,
peina y tiñe con colores vegetales y también con carmín de cochinilla, un colorante
natural que se fabrica con un insecto que forma colonias en las plantas de las tunas.
En su trabajo combina diferentes
técnicas para ir variando las texturas, y como se trata de un juguete, a la
“Pepona del Maule” se le puede cambiar la ropa y también lavar. El precio de
sus muñecas fluctúa, según el tamaño, entre 3.500 y 16 mil pesos, y las vende a
un local de artesanías en Talca, en las ferias a las que la invitan o por
pedido telefónico (6581 0243), ya que no tiene sitio web, ni Facebook ni otra
red social.
Además de estas muñecas
acreditadas con el sello de INDAP, Laura hace una versión masculina para
quienes quieran “la parejita”, confecciona ovejas, burros, vacas y caballos
para los pesebres de Navidad y está próxima a crear un loro tricahue o
barranquero, cuya mayor población se ubica justamente en la zona precordillerana
de la Región del Maule.
Laura, quien en 2012 obtuvo un
reconocimiento de la Unesco por sus obras, participará este año en la 42°
Muestra de Artesanía Universidad Católica que tradicionalmente se realiza en el
Parque Bustamante y que en esta versión estará dedicado a los juguetes
artesanales. Por eso, y porque, tal como dice, “las muñecas me atraparon”, ya se
encuentra manos a la obra.
Pero no todo es telar en la vida
de esta ingeniosa diseñadora. Como toda mujer de campo también se dedica a la
agricultura: Ayuda a su padre a cosechar papas, tomates y choclos, y el año
pasado, junto a un grupo de vecinas de la zona, comenzó a capacitarse en un
programa de INDAP y Prodemu donde les están enseñando a cultivar sus propios
porotos verdes, coliflores y lechugas. “Pronto tendré mi propio invernadero y lo
mejor de todo es que me sirve para hacer ejercicio y bajar de peso, ya que paso
todo el día sentada tejiendo muñecas”, afirma.
INDAP
El Director Regional de INDAP
Jairo Ibarra, destacó el gran aporte de la artesana Laura Ramos y manifestó que
como ella, fueron 19 los agricultores y una organización del Maule, que
recibieron el sello Manos Campesinas.
“Este sello es sinónimo de
calidad, del trabajo de los pequeños agricultores con altos estándares en su
producción. De esta manera el consumidor puede tener la certeza que lo que
consume es generado por la agricultura familiar campesina y que tiene por ende
las características propias de este trabajo, hecho además con calidad”, dijo.
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