Por: Cristián Arcos Morales, Periodista de ChileVisión, Radio Futuro, RadioSport y “tenor” de ADN Radio, publicada en Redgol.cl
Fue un 26 de enero de 1973. Hace exactamente 40 años. No
eran tiempos sencillos. El país comenzaba a quebrarse. Con muchos culpables y
pocos inocentes, la sociedad se partía en mil pedazos y nunca más volvería a
ser la misma. Ese día, siete hombres decidieron que los clubes de la ciudad
debían fundirse en una sola entidad. Una agrupación que representara de manera
íntegra a la ciudad. Esa tarde fundaron Curicó Unido. Ellos no sabían que al
firmar esa acta nos estaban cambiando la vida a varios.
Los hinchas curicanos somos especiales, pero como lo son
todos los verdaderos hinchas de cualquier equipo. Nuestro orgullo es inmenso,
incomprensible para quién lo mira desde lejos o para aquellos que llevan la
estadística bajo el brazo. Hemos ganado muy poco. Tenemos más derrotas que
triunfos. No sumamos grandes coronas. Tampoco tenemos la hinchada más numerosa
de la nación. Pero no nos importa. Nuestra historia es un legado, una herencia,
un homenaje a nuestra propia biografía.
Provengo de la generación que creció en el viejo estadio La
Granja en los 80. Cuando salía de clases, yo no me arrancaba a fumar a la
Alameda, a pelear en el Óvalo y a instalarme a ver a las niñas del Liceo
Femenino. Yo me iba al estadio, a ver el entrenamiento del equipo. En esas
tribunas de madera, donde domingo por medio, nos encontrábamos los mismos de
siempre. Me llevaron a todas partes siguiendo al albirrojo.
En la década del 80 éramos animadores. Esperaba para ver si
alguno de los goles de Lucho Martínez los mostraban en el Zoom en la noche. Era
la época de Juanito Martínez, Pony García, Pablo Helmo, Ivan Araniz, Pato
Ponce, Leonardo Rumbo, Ivo Basay. Pellizcamos el ascenso, pero nos quedamos sin
fuelle al final.
Tuvimos un segundo aire. Finales de esa década. Raúl Toro,
Walter Segovia, Marcelo Figueroa, Manuel Díaz, Larry Aliaga, Cristian Rojas,
Julio Saavedra, Luciano Saavedra, Poroto Núñez, Richard Pidal, Guillermo Páez
como DT. Pero no pudimos. Otra vez.
Tuvimos golpes duros como cuando nuestro capitán, el barbudo
infinito Richard Pidal, decidió que no quería vivir más. Y lo lloramos. Hasta
hoy.
Descendimos. Sufrimos. 15 años en Tercera. En el estadio ya
no éramos miles. Apenas unas pocas decenas. Pero de pronto, de la mano de un
grupo de jóvenes, el club comenzó a hacerse popular otra vez. Recuperó
identidad. Con Eduardo Cortázar regresamos a Segunda. Y allí, con Luis
Marcoleta, logramos el sueño de jugar alguna vez, al menos una vez, en
Primera. Chuleta Vásquez, Juan Carlos
Muñoz, Rodrigo Riquelme, el abuelo Briceño, el Mariachi Núñez, César Díaz, el
Guagua González, nos ayudaron a soñar con los ojos abiertos.
Muchos que leen esta columna dirán que es una historia de
perdedores. Efectivamente. En cuanto a números, es una verdad irrefutable. Pero
quienes leen esto y son hinchas de verdad, saben que ganar o perder es solo un
detalle. Porque amar al club es hermanarse, encontrarse, fundir alianzas, acompañarse
de desconocidos que palpitan por el mismo color.
Estuve el día que Lucho Martínez le hizo cuatro a Calera.
Estuve cuando le hicimos siete a Linares. Estuve cuando perdimos la final con
Iberia. Estuve cuando le ganamos a la U. Estuve cuando caímos con la U que
regresó a Primera en ese pleito. Estuve cuando Ñublense nos ganó la final de
Tercera. Estuve en el cabezazo del Paragua Riquelme que nos llevó a la división
de honor. Estuve cuando San Luis nos mandó a Segunda. Y hace poco, cuando
evitamos la Tercera ganándole a San Luis con gol de Osmán Huerta. Y estaré
siempre, en presencia y en ausencia, porque querer a Curicó Unido es querer mi
infancia, es querer mi historia, a mis amigos, a mis afectos. Y estaré porque
se lo prometí en su lecho de muerte a uno de esos siete pioneros que firmaron
el acta de Fundación el 26 de enero de 1973. A Osvaldo Arcos Méndez, mi Tata,
el socio número cinco, el hombre que más me ha querido en la vida y a quien le
dedico todos los días de mi existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario