El pequeño Ismael Díaz sufrió una caída de caballo que le
provocó una grave lesión en su codo derecho. El pronóstico no era alentador y
los padres de Ismael estaban angustiados. En ese momento apareció la vocación,
solidaridad y creatividad del técnico en enfermería Héctor Ibarra, quien
fabricó con sus manos un “catre balcánico”, estructura que permitió a Ismael
ser operado, provocando la alegría y gratitud de la familia.
Waldo Díaz –padre del menor- contó detalles del momento en
que a su hijo lo botó el caballo, “fui a verlo y se encontraba con su mano
tomada y el brazo quebrado”. Relata los angustiantes momentos posteriores a la
lesión, “inmediatamente lo llevé a urgencias, le hicieron una radiografía y me
dijeron que tenía una de las peores fracturas que puede ocurrir en un brazo. La
verdad es que se me vino todo abajo”.
COMPROMISO, VOCACIÓN DE
SERVICIO Y SOLIDARIDAD
Héctor Ibarra es técnico en enfermería y trabaja en la Unidad
de Traumatología. Él junto al Dr. Manuel Álvarez se enfrentaron a una fractura
compleja y poco usual, con un codo en evidente deformación ósea. “Necesitábamos
una solución rápida, había que traccionar su brazo para alinear los huesos.
Hubo que actuar de forma urgente, acá contamos con los implementos pero esta
situación era muy excepcional”, explica Héctor Ibarra.
Para la tracción o “tensión” del brazo se utiliza un “catre
balcánico”, aparato que no había sido requerido por un paciente al menos desde
hace 6 años. Ismael no podía esperar este aparato, estaba en juego su brazo y
el dolor de toda una familia. Conmovidos con la situación, Héctor Ibarra y el
Dr. Álvarez decidieron tomar la solución en sus manos, “fabriqué el catre el
mismo día, entre mi horario de colación y cuatro horas después del trabajo, en
un pequeño taller que tengo en mi casa”, explica el heroico paramédico.
“CUANDO ESTÁ EN RIESGO
UN NIÑO ES CUANDO TE TOCAN LA MÉDULA Y SIMPLEMENTE ACTÚAS”
“Antes del terremoto había un catre balcánico en el hospital,
afortunadamente tuve la oportunidad de conocerlo y quedó en mi retina, en mi
memoria. El Dr. Álvarez me dio el apoyo económico para comprar fierros y
materiales, yo lo construí, soldé y quedó bastante bien”. El único testigo
patentado que tengo es la familia, porque el papá de Ismael me ayudó a bajar
los fierros del vehículo”, cuenta Héctor con alegría.
“Afortunadamente el resultado fue un éxito para el bien del
muchacho, es lo que nos llena como funcionarios y como personas, porque también
soy padre, entonces cuando está en riesgo la salud de un niño, es cuando a uno
le tocan la médula y simplemente actúas”.
“Para trabajar en el hospital hay que contar con ciertas
habilidades y tener conocimientos para enfrentar situaciones de este tipo”,
refiere Héctor sobre las cualidades de compromiso, empatía y vocación de
servicio público. Es tanta la alegría que los padres de Ismael invitaron a
Héctor a un asado y lo sorprendieron con una bandeja con huevos de campo de
regalo.
“Ellos hicieron algo anormal que no está dentro de los que se
les exige, hicieron todo para que Ismael estuviera bien, agradezco al cuerpo
médico, enfermeras y paramédicos que nos han acogido como si estuviéramos en
casa, se han portado un siete”, expresa un padre completamente emocionado.
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