Dr.
Leonardo Villar Sarmiento
Químico Farmacéutico
Ofarmacias
En todos los problemas de salud que día a día afectan a
millones de personas en el mundo entero, el medicamento es una de las
herramientas fundamentales y su buen uso marca el éxito o fracaso de una
terapia. Es por ello que en varios países su acceso esta plenamente garantizado
y supervisado en todos los escenarios posibles tales como hospitales, clínicas
y también en farmacias privadas, donde el estado es un actor principal en el
abastecimiento.
En Chile, si bien las necesidades de medicamentos son las
mismas, existen grandes diferencias en materia de acceso, sistema de gratuidad,
y distribución de los medicamentos -donde el actor principal es la empresa
privada-. No es un detalle menor que sobre el 70% de los medicamentos que se
utilizan, se adquieren en las farmacias privadas y de cadenas.
Este escenario en Chile, hace que la distribución del
medicamento siga las mismas directrices económicas y de negocios, que cualquier
producto de consumo, tales como los electrodomésticos, ropa, zapatos, entre otros.
La gran diferencia, es que ninguno de nosotros entra por
capricho o decisión propia a comprar en una farmacia; y muchas veces no poder
adquirir un medicamento puede significar problemas más graves que usar por un
tiempo más unos zapatos o un viejo teléfono celular. El medicamento se hace una
necesidad para solucionar un problema de salud donde las diferencias sociales
no sirven de distinción, porque simplemente las enfermedades atacan a todos por
igual sin discriminar tontamente entre ricos y pobres.
Desde este delicado punto de diferencia, tarde o temprano,
el comercio de medicamentos a través de las farmacias deberá reorientarse: la
búsqueda de un medicamento deberá considerar el menor costo para el paciente a
través de medicamentos bioequivalentes, no la obtención de un mayor margen para
las farmacias, enmascarado con descuentos semanales y promociones televisivas.
Este escenario ha gatillado el que las grandes cadenas farmacéuticas concentren
exclusivamente sus locales en lugares de mayor poder adquisitivo y densidad
urbana, sin llegar a lugares más modestos y con número menor de personas.
Además el profesional farmacéutico de la botica antigua,
siempre tras el mesón para atender a sus clientes y pacientes, se ha perdido en
la vorágine comercial y actualmente se ve relegado a labores parcialmente
administrativas como llevar control de dineros, stock de mercaderías e incluso
a supervisar la seguridad para evitar los robos. Para completar este escenario,
los dependientes de farmacias se ven obligados salarialmente a llegar a metas
de ventas, propiciando que muchas veces la sugerencia de un medicamento esté
fuertemente motivada por un incentivo o porcentaje y no la real solución y
conveniencia del paciente o cliente.
No es exagerado poner la alarma en esta realidad
farmacéutica, incluso ver mansamente sin hacer nada puede ser peligroso. El
hacer un buen uso del medicamento y garantizar efectivamente su acceso a todos
los habitantes del país es exclusiva responsabilidad del estado y del gobierno.
La legislación debiera normar todo este escenario:
1. limitar la publicidad de medicamentos;
2. desincentivar la automedicación y propiciar la consulta
médica;
3. prohibir los incentivos o regalías a dependientes o
auxiliares de farmacia;
4. excluir al profesional Químico Farmacéutico de labores
administrativas y exigir su importante presencia y supervisión tras el mesón de
atención;
5. favorecer los planes de atención farmacéutica;
6. incentivar a través de impuestos menores y diferenciados
a las farmacias que se instalen en lugares apartados;
7. información masiva y de orientación sobre el uso de
medicamentos a través de los medios radiales, televisivos e impresos.
En definitiva, implementar una serie de medidas que apunten
a un eficiente acceso de toda la población a los medicamentos, y que su compra,
por parte del paciente en las farmacias, resguarde tanto su economía y como su
éxito terapéutico.
Exigir esto a nuestros gobernantes y legisladores será un
largo camino. Sin embargo, acercará la farmacia a todos y su presencia a cada
localidad; será más que un negocio de abastecimiento de medicamentos, porque
garantizará una solución más económica,
efectiva, de calidad y con una orientación profesional siempre, simplemente
porque en la farmacia debemos obtener soluciones en salud.
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